lunes, 8 de diciembre de 2008

Del blog de Juan Pardinas: Promota o procampo

Juan Pardinas

El Promota es el Programa Nacional de Fomento para el Cultivo de Mariguana. Este programa de subsidios no existe, al menos con ese nombre. El Procampo es el mecanismo de transferencia de recursos para productores agrícolas de cultivos lícitos. Sin embargo, dineros del Procampo han financiado la cosecha de siembras no legales. De acuerdo a una nota de Reforma (8-XI-2008), algunas familias vinculadas al narcotráfico son favorecidas por el programa de subsidios agrícolas.

No debería ser sorpresa que en un programa con casi 3 millones de beneficiarios se cuele uno que otro sembrador de vegetales prohibidos por la ley. El problema más grave del Procampo no son los narcosubsidios, sino la entrega monumental de dinero a productores agrícolas exitosos que no requieren de la beneficencia del gobierno. De acuerdo a la página de Internet www.subsidiosalcampo.org.mx, el 5% de los agricultores más ricos concentra el 44% de los recursos totales entregados en la historia de Procampo (1994-2008). En contraste, el 80% de los beneficiarios más pobres recibieron apenas el 27% de los fondos, durante el mismo periodo. Suponer que el presupuesto gastado en el campo mexicano, beneficia a los campesinos pobres es un mito.

El decreto de creación del Procampo de 1994 establece: "más de 2.2 millones de productores rurales que destinan su producción al autoconsumo se encontraban al margen de los sistemas de apoyos, y en consecuencia en desigualdad este sistema… (el programa) tiene como uno de sus principales objetivos mejorar el nivel de ingreso de aquellos productores." A 15 años de su creación, Procampo ha logrado exactamente el objetivo contrario: con cada peso que se gasta en este subsidio aumenta la brecha de desigualdad en las zonas rurales.

¿Es responsabilidad de la Secretaría de Agricultura combatir la desigualdad y la pobreza en el campo mexicano? ¿Para qué sirve Sedesol y el programa Oportunidades? En 2008, el dinero gastado en Procampo representó el 84% del presupuesto asignado a Oportunidades. Este programa, a cargo de Sedesol, cumple con el propósito de apoyar a 4.8 millones de familias que viven por debajo de la línea de pobreza. Los resultados positivos de Oportunidades han sido validados por evaluadores externos. Si el sentido común gobernara las decisiones presupuestales, el dinero que se malgasta en Procampo se debería de transferir a Oportunidades u otro programa que diera mejores resultados.

martes, 25 de noviembre de 2008

No son sólo los recursos, también su distribución

*Miguel Pulido Jiménez

La tercera semana de noviembre se ha convertido en un auténtico festival de declaraciones públicas en torno al gasto del erario que se proyecta en el Presupuesto de Egresos de la Federación. Las hay de legisladoras y legisladores, líderes sectoriales, candidatos, servidoras y servidores públicos y analistas, por mencionar algunos declarantes. El tema del campo, por supuesto, enciende los ánimos y arranca expresiones públicas.

Para muestra, un botón. Según reportó Gabriel León (La Jornada), el líder Cenecista Cruz López “reveló que de su propuesta original de 260 mil millones de pesos para el PEC, la CNC ‘se bajó a 241 mil’; luego se acordó la cifra de 235 mil, sólo que de ‘manera tramposa’ los legisladores de PAN y PRD ya habían acordado una partida de sólo 226 mil millones de pesos.” Cómo se aprecia, en el centro del dicho se ponen las cantidades, 260 mil millones sí alcanzan para el campo, 235 mil, no.

De acuerdo a lo que recuperó Notimex (11 de noviembre), el Diputado Javier Guerrero, Secretario de la Comisión de Presupuesto al referirse al “Programa Concúrrete para el Campo comentó que continúan las negociaciones, pero se prevé que quede finalmente por arriba de los 230 mil millones de pesos, contra los 214 mil millones de pesos propuestos por el Ejecutivo federal.” ¿Lo ve? Nuevamente el eje de la explicación es que 230 mil millones son mejores que 214 mil.

Un ejemplo más. “El diputado federal panista, Ramón Ceja Romero, aseguró que dentro del ejercicio fiscal 2009 el campo obtuvo un presupuesto superior a los 237 mil millones de pesos contra el proyecto que había enviado el Ejecutivo Federal a la Cámara de Diputados. El legislador recordó que durante los últimos años, la asignación de recursos a las delegaciones federales y el gasto federalizado han mostrado un crecimiento real continuo, prácticamente en todos sus conceptos” (Reporte Digital, 14 de noviembre). El punto neurálgico de la declaración, nuevamente, el incremento millonario al gasto. Nuestras diputadas y diputados justifican su preocupación por el campo contrastando los millones que se dice son asignados por ellos al campo, a cambio del escamoteo que materializado en la forma del proyecto de presupuesto envía el Ejecutivo.

Hasta aquí las cosas, lo lógico es aplaudir que se destinen más recursos al campo. Al igual que en la economía de un hogar, tener más dinero puede contribuir a resolver de mejor forma el tema de las carencias. Pensará Ud., con toda razón, que estaría fuera de norma estar a favor de las y los campesinos de México y no pedir más fondos para ellos. Sin embargo, una vez más, conviene recomendar cierta cautela para interpretar el presupuesto del Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable (PEC).

Concretamente hay que hacerlo por dos razones, la primera porque es necesario saber a dónde va a parar el dinero que a nombre de campesinos y campesinas se destina para el gasto rural, es decir, quiénes, en dónde y bajo qué condiciones reciben apoyos. La segunda razón es tener mayor claridad respecto qué rubros informan el supuesto gasto en desarrollo rural, es decir, qué programas son incluidos en esa abstracta noción presupuestaria llamada PEC, que se sugiere incluye el total del gasto destinado al campo.

Del primer problema ya hemos dicho (ver aquí) que dos programas, Procampo e Ingreso Objetivo, expresan altos grados de concentración. Por ejemplo, con datos del portal Subsidios al Campo en México podemos saber que el primer 1 por ciento de beneficiarios (suponiendo que exista una correspondencia 1 persona: 1 folio) acumuló el 23% del total de los pagos realizados entre 1994 y 2008 (decimos suponiendo, pues el nivel de concentración se incrementa si consideramos que hay personas que tienen más de un número de folio). Sólo 1 estado (Sinaloa) acumula el 10.8% del total de los apoyos. La fórmula “muchos recursos en pocas manos” se hace más crítica (todavía) cuando consideramos que la distribución desigual a su vez se replica dentro de los estados. En Sinaloa, en el periodo 1994-2008, el primer 10 por ciento de beneficiarios recibió el 63 por ciento de los pagos de Procampo e Ingreso Objetivo. ¿Fuerte? Hay más, resulta que en ese estado, el primer 1% recibió el 24% del total de los apoyos.

Al poner los datos en el contexto nacional, lo cierto es que la noción de concentración termina por ser ofensiva. Nadie nos dice que menos de 3,500 beneficiarios (todos ellos en Sinaloa y nuevamente asumiendo la ficción un folio: una persona) han recibido cerca del 2.5% del total de los recursos asignados a Procampo e Ingreso Objetivo. Tal como lo lee, 3,500 folios en Sinaloa han recibido lo mismo (cerca de 4.5 mil millones de pesos) que el total de los 380 000 beneficiarios de todo el país del Procampo Tradicional para Maíz y cualquier cultivo. De hecho, 20 beneficiarios se distribuyen más de 220 millones de pesos en el mismo periodo. Esto significa que los folios que más han recibido promedian apoyos de cerca de 20 millones de pesos. Vamos, hay apoyos a personas físicas por más de 1,000 hectáreas, a pesar de que el decreto de creación del Procampo fija el límite para la superficie elegible a 100 has. Si los incrementos millonarios se van directamente a pocas manos, de poco o nada servirán.

Pero decíamos que también debe atenderse cuáles son los programas que se incluyen en el PEC. Pues ello matiza la alegría de escuchar que la productividad rural recibirá cuantiosos recursos. Por ejemplo, 25 mil de los 235 mil millones tan festejados que se suponen destinados al campo, en realidad obedecen al rubro educación pública. Por supuesto uno supone que se trata del gasto que se destinará a la educación en el medio rural. Con todo, resulta que de esos 25 mil millones, 15 mil son del Programa Oportunidades y 5 mil del Programa de Desarrollo de Capacidades (lo que sea signifique). Un ejemplo más, resulta que el Programa para la Atención a la Pobreza en el medio Rural aporta 43 mil millones al PEC, de los cuales 7 mil son para atención a indígenas y 10 mil para la atención a adultos de más de 70 años. La asimilación de la política social y la política productiva para el campo como una misma es algo más que un error de categorización de gasto. Muestra la falta de conducción y rumbo.

Con base en esta técnica de asignación de gasto para el desarrollo rural, bien bastaba incluir cualquier programa de seguridad pública que suceda en zonas rurales (por ejemplo, los sobrevuelos para detectar zonas de cultivos de enervantes o la construcción de una prisión de alta seguridad en una zona indígena o rural) para llegar a los tan ansiados 261 mil millones de pesos. Insistimos, si los muchos recursos se van a unos poquitos, o si detrás de las millonarias cifras que se presumen para desarrollo rural están tratadas como idénticas la política social y la de productividad, lo único que tendremos será un auténtico placebo presupuestario. No son los recursos lo que nos ayudará a rescatar al campo, también importa su distribución.

*Coordinador del ára de transparencia y rendición de cuentas de Fundar y responsable del proyecto Subsidios al Campo en México

domingo, 23 de noviembre de 2008

Foro Políticas públicas: transparencia, rendición de cuentas y equidad de género.

PROGRAMA: 26 de Noviembre de 2008

Lugar: Universidad Autónoma Chapingo

8:00-9:00 A.M. Registro de participantes.

9:00-9:30 Inauguración del Foro con la presencia de autoridades de la UACh y funcionarios de la SFP.

9:30-10:30 Conferencia Magistral. Ponente: Dra. Pilar Alberti Manzanares (Colegio de Postgraduados, Programa de Estudios del Desarrollo Rural, Área de Género). Tema tentativo: “La equidad de género y las políticas públicas en México”.

10:30-11:30 Conferencia Magistral. Ponente: Dra. Irma Eréndira Sandoval Ballesteros (UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales). Tema tentativo: “La política de transparencia y de rendición de cuentas en México”.

11:30-12:00 Sesión de preguntas y respuestas-

12:00-12:15 Receso breve para café-

12:15-14:30 Primer Panel: Experiencias de los programas gubernamentales con enfoque de género del Proyecto Observatorio 2008, con la participación de:

Ausencio Valencia Largo, Rosa Isela Padilla García, Juana Macedonio y Ma. Del Carmen Flores Lorenzo (Centro Coordinador de Desarrollo Indígena en Atlacomulco, Estado de México): “Panorama del Programa POPMI en el Estado de México” (12:15 – 12:45)

Laura Angélica Saldaña Espinoza (Coordinadora del Programa de Guarderías y Estancias Infantiles): “Guarderías y Estancias Infantiles en el Estado de México”. (12:45 – 13:15)

Ing. Jacobo Meza Bernardino (Representante de FONAES): “Programa de Apoyo a Proyectos Productivos de Mujeres en el Estado de México” (13:15 – 14:15)

Sesión de preguntas y respuestas (14:15 -14:30)

14:30 – 16:00 Receso para comida

16:00 – 17:00 Mesas de Trabajo

17:00-18:30 Segundo Panel: Experiencias de los programas gubernamentales con enfoque de género del Proyecto Observatorio 2008, con la participación de:

Lic. Napoleón Lara González (Representante de la SRA en el Estado de México): “El PROMUSAG en el Estado de México” (17:00 – 17:30)

Lic. Lourdes Hinojosa Jiménez (Instituto Nacional de las Mujeres, Subdirectora de Atención a la Mujer) y Lic. Minerva Melgoza Pacheco (Instituto Nacional de las Mujeres, Jefa del Departamento de Transversalidad de Género): “Transversalidad de la Perspectiva de Género en el Estado de México” (17:30 – 18:00)

Sesión de preguntas y respuestas (18:00 – 18:15)

18:15-18:30 Relatoría de conclusiones y recomendaciones.

18:30 Clausura del Foro

18: 45 Refrigerio

jueves, 13 de noviembre de 2008

¿A quién queremos subsidiar?


En un país como México, el tema de los subsidios para el campo adquiere particular relevancia por varias razones. Quienes lean estas líneas seguramente ya han pensado en las suyas, tiro al aire algunas que desde mi perspectiva deben considerarse: por la larga tradición de producción agrícola que hay en el país, por la conexión cultural con el territorio que esta actividad económica supone en el México rural e indígena, por los millones de mexicanos que dependen del sector, por las consecuencias para la soberanía alimentaria o incluso por las implicaciones que la participación en mercados de libre comercio tanto con Europa como con América del Norte suponen.

Hay otras dos, sin embargo, que han sido el impulso para construir el proyecto Subsidios al Campo en México y que quiero explicar en este breve artículo. Una es la urgente necesidad de optimizar los resultados esperados, vía el destino de subsidios, en el combate a la desigualdad y exclusión que aqueja a nuestro país, específicamente en el sector rural. La otra, que los subsidios son recursos públicos que nos pertenecen a todas y a todos y que son administrados de manera temporal por quienes ejercen el poder público. A partir de estos argumentos es pertinente preguntarse ¿qué modelo de apoyo al campo queremos en México?

Simplificando en exceso el esquema, podemos decir que para aquellas personas que se dedican a la agricultura con fines económico-lucrativos (cuya producción está destinada a la comercialización), el incentivo medular para su esfuerzo radica en los beneficios que se obtienen por las transacciones logradas en el mercado. Quienes gozan de condiciones adecuadas y disponen de los medios pertinentes, logran vender sus productos y obtener jugosas ganancias. Quienes poco tienen o están en condiciones precarias de producción, tienen una desventaja, muchas veces estructural. No sólo el mercado los premia poco, cada día los excluye más. Así, la primera cuestión que tenemos que resolver es cuál es la racionalidad detrás de la inclusión de agentes económicos solventes y competitivos por si, en programas de tipo compensatorio que buscan la incorporación más equitativa de quienes menos tienen en el mercado. Dicho de forma más simple, dado que la asignación de subsidios por su naturaleza supone una exclusión ¿qué sentido tiene ayudar con dinero público a quienes todo lo tienen dejando de lado a quienes requieren de esos recursos para disminuir las desigualdades?



Desde el punto de vista de Fundar, Centro de Análisis e Investigación, un incremento en la productividad del sector será exitoso sólo en la medida que logre incluir a la mayor cantidad de personas en un proyecto de desarrollo. Se trata no sólo de tener un campo ganador (usando prestado el eufemismo del gobierno federal) sino de tener un campo ganador y equitativo. Subsidios excesivamente concentrados, no sólo no llegan a quienes los necesitan, aumentan, además, la exclusión social.

Todo esto para justificar, o dimensionar mejor, la importancia de responder a las preguntas ¿quién recibe cuánto, en dónde y para apoyar a qué productos? Acordada la pertinencia de estas preguntas, uno esperaría buenas respuestas. O por lo menos la posibilidad de encontrar en la información del gobierno buenas respuestas. Sin embargo, la generada por la SAGARPA es de tal magnitud compleja en su manejo y con tantas inconsistencias, que roza lo inútil. Sin información confiable, tendremos una venda en los ojos. Aunque la exclusión que exista sea palpable, por decirlo de algún modo, con el resto de sentidos.

Así las cosas, algunos datos son relevantes, sobre todo a la luz de la negociación presupuestaria que se vive en la Cámara de Diputados. Para muestra, hoy nos reporta la prensa que las y los Diputados aumentaron en 11 mil 600 millones la propuesta original del Ejecutivo, llevando el monto total de recursos públicos destinados al sector a 235 mil 835 millones de pesos.

Sin embargo, insistimos, este incremento de recursos puede ser incluso negativo si no revisamos a quiénes se entregan. Por ejemplo, a partir del análisis de los datos públicos consultados en Subsidios al Campo en México pudimos saber que 40 personas físicas en sólo 4 estados recibieron en conjunto, en lo que va de existencia de Procampo e Ingreso Objetivo, 422 millones de pesos (es importante aclarar que Procampo tiene 15 años de vigencia e Ingreso Objetivo 8). Esto es casi lo mismo que han recibido en total los productores de Chile (más de 40 mil productores) por concepto de Procampo Tradicional durante 15 años (475 millones de pesos).

Los mismos 422 millones de pesos que han recibido estas 40 personas físicas supera por más de 100 millones de pesos el monto que han recibido en 15 años los 3,050 beneficiarios de Procampo e Ingreso Objetivo de Baja California Sur. También son 8 veces más que lo que han recibido los campesinos del Distrito Federal (2,040 beneficiarios) y son apenas 30 millones menos que lo que han recibido en el mismo periodo los campesinos de Colima (12,352).

Ejemplos concretos nos ayudan a entender mejor los niveles de concentración. En Sinaloa, los productores: Jesús Patrón Montalvo (Diputado Federal), Evelio Plata Inzunza (Diputado local), Esteban García Valenzuela (Diputado local y ex presidente municipal de Ahome) suman más de 47 millones de pesos en pagos de Procampo e Ingreso Objetivo. Lo recibido por sólo 3 personas equivale a lo que han recibido el total de los productores de Coahuila (16,382) por concepto de Procampo Frijol en 15 años. De hecho, es más de lo que han recibido los productores de frijol de cualquiera de los 16 estados que menos recibieron por este rubro (incluidos Veracruz, Tamaulipas, Guerrero y Morelos) en 15 años.

Estas concentraciones no se dan sólo en personas físicas. En las personas morales el nivel de concentración se pronuncia de manera considerable. Es importante aclarar que aún cuando no es fácil saber que significan estos niveles de concentración en términos individuales, lo cierto es que suponen un problema en términos de distribución de recursos públicos, pues no dejan de ser agentes económicos competitivos y altamente solventes, recibiendo apoyos que en su diseño habían sido previstos para las personas de menores recursos.

Veamos. Entre dos personas morales (2 sociedades): Auza Sociedad de Producción Rural (SLP y Tamps); y Agrícola Ohuira (Sin) han recibido más de 112 millones de pesos por concepto de Procampo e Ingreso Objetivo. Esto, simplemente, es más de lo que recibieron la totalidad de productores del estado de San Luis Potosí por Procampo Tradicional Avena en 15 años.

A la luz de estos datos, todos obtenidos de Subsidios al Campo en México, la discusión sobre los aumentos a los subsidios toma otro perfil. Que quede claro, no es lo mismo dar dinero para el campo, que a los campesinos.

*Miguel Pulido Jiménez es responsable del Proyecto Subsidios al Campo en México y coordinador del área de Transparencia y rendición de cuentas de Fundar, Centro de Análisis e Investigación, A. C.

domingo, 12 de octubre de 2008

Sin ton ni son

  • Dispersión y obscuridad en el Programa Especial Concurrente

Jorge Romero * y Felipe Varela **

Desde su creación en 2002, el Programa Especial Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable (PEC) ha representado la base de la estrategia intersecretarial de la administración pública federal para el apoyo al campo. El programa surge de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, producto de un amplio movimiento para impulsar reformas en el sector en 2001.

La Ley define al PEC como “un conjunto de programas sectoriales relacionados con las materias motivo de la Ley de Desarrollo Rural Sustentable” (Artículo 3). Definido tan ampliamente, en el PEC cabe prácticamente cualquier actividad, y pierde sentido como instrumento para valorar la estrategia de apoyo al campo y sus resultados. Al caber todo en él, el PEC se difumina. Deja de ser útil para apuntalar y desarrollar estratégicamente el sector.

Falta claridad. El PEC se oficializó en 2002 y en 2004 por fin aparece un anexo del presupuesto en el que se incorporan detalles. Un análisis de las condiciones de integración y ejercicio del instrumento arroja resultados que no son sorprendentes, pero sí graves: hay un amplio margen de discrecionalidad en el ejercicio; hay variaciones importantes durante el año; no se evalúan los resultados e impacto de los componentes, ni en términos globales ni por vertiente de actividad, y una buena parte de las actividades contempladas no se justifica cabalmente como apoyo al sector.

La heterogeneidad en la composición del PEC es de tal magnitud que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), sin dejar de reconocer el “esfuerzo” del gobierno mexicano para diseñar una política federal integral para el desarrollo rural de México, también ha reconocido en el PEC una suerte de inventario de programas más que una herramienta para desarrollar o aprovechar sinergias entre ellos, y el resultado es una distorsión de la realidad de la política sectorial (Imagen Agropecuaria, “El PEC para el agro mexicano, inventario de programas: OCDE”, 18 de julio de 2007).

El principal problema de esta dispersión –además de que no está ampliamente justificada en los documentos presupuestarios, lo cual implica opacidad– es que genera ineficacia. No se han concretado los resultados esperados, y el instrumento no permite una conducción estratégica de las acciones del sector. Por si esto fuera poco, la información presupuestaria oficial no es oportuna y no incorpora detalles fundamentales para valorar las variaciones en programas y sus resultados.

Ajustes sólo de forma. Para enfrentar esta excesiva dispersión, en 2008 el gobierno federal trató de acotar el margen de acción de los programas y actividades contempladas. Como resultado, el PEC 2008 establece nueve vertientes, mientras que en 2007 no se consideraba la vertiente del ejercicio presupuestario; considera 47 programas, contra más de cien en 2007, y 97 componentes o actividades, contra más de 300 en 2007.

Este esfuerzo de reclasificación, sin embargo, es meramente simbólico. Ni se han enfocado los esfuerzos del sector ni se ha generado información detallada que explique el impacto de algunas actividades. Un ejemplo está en los programas de la Secretaría de Relaciones Exteriores que son parte del PEC, y que incluyen apoyo para la repatriación de cadáveres, apoyo a migrantes en situación de maltrato y defensa de condenados a muerte, entre otras. El monto asignado a este conjunto de programas fue 70 millones de 2008 (50 por ciento menos que en 2004). Sin ser montos relativamente altos, no deja de ser significativo que los recursos no se destinen directamente a apoyos al campo ni encajen en las vertientes señaladas por el Ejecutivo.

Confusión. Otro ejemplo es el relacionado con el programa social Oportunidades que en 2008 aporta un monto total de 31 mil millones de pesos al PEC. Los apoyos de Oportunidades no son en estricto sentido parte de la estrategia sectorial, y al incorporarlos en el instrumento no se cuenta con una perspectiva clara del diseño, justificación e impacto de las políticas. En consecuencia, el PEC se mantiene como un gran catálogo en el que todo cabe, pero en el que no se da cuenta puntual de por qué, para qué, y cuáles son los resultados, es decir, cómo se afecta, para bien o para mal, el desarrollo rural.

Estos recursos importan, por supuesto, y se debe dar cuenta de ellos. Pero como parte de la política sectorial correspondiente, no como parte de la estrategia de desarrollo rural. La consecuencia de su incorporación es que se pierde dirección sobre los esfuerzos de desarrollo rural, y se difumina su impacto.

A estos ejemplos de la dispersión del PEC y su carácter nominativo más que estratégico, se suman otros problemas más directamente relacionados con la opacidad que habilita esta dispersión. Al depender de una comisión intersecretarial ad hoc , se difumina la responsabilidad por el ejercicio del gasto, y se hace más difícil el monitoreo puntual de los recursos, ya que los instrumentos de información del gobierno no incorporan la información necesaria. El resultado es una política de desarrollo sin ton ni son.

* Director ejecutivo de FUNDAR jorge@fundar.org.mx

** Asistente de investigación en el área de transparencia y rendición de cuentas FUNDAR felipe@fundar.org.mx

***Este artículo fue publicado en el número 12 de la Jornada del Campo el 12 de septiembre de 2008